En la práctica, parece ser que la música puede incidir sobre el desarrollo cognitivo a través de dos vías: el niño/a está más motivado le permite adquirir hábitos mentales relacionados con la atención o la memoria que puede aplicar en otros contextos.

La música constituye un lenguaje universal con el que convivimos desde el nacimiento, tiene la enorme capacidad de cambiar nuestro cerebro activando muchas regiones que intervienen en procesos motores, emocionales y cognitivos y, seguramente, ha desempeñado un papel esencial en el desarrollo de la naturaleza social del ser humano.


A continuación analizamos algunas evidencias empíricas que demuestran que la educación musical incide positivamente en la capacidad intelectual de los niños y mejora las habilidades verbales necesarias para la lectura o la escritura.

Relación entre la educación musical y capacidad cognitiva

En un estudio reciente en el que participaron 71 niños con edades comprendidas entre los 4 y los 6 años de edad, se analizaron los efectos de dos programas informáticos: uno para música y otro para artes visuales (Moreno et al., 2011). Después 20 días de entrenamiento, solo los niños asignados aleatoriamente al grupo de música mejoraron su rendimiento en pruebas de inteligencia verbal, en concreto el 90% de los mismos. Asimismo, se observó una mejora de estos niños en una prueba en la que se evaluaba el autocontrol y la atención ejecutiva (ver figura 3), habilidades relacionadas con la capacidad intelectual. Una demostración clara de que la transferencia de capacidades cognitivas a partir del entrenamiento musical es posible en la infancia.


En la práctica, parece ser que la música puede incidir sobre el desarrollo cognitivo a través de dos vías: el niño/a está más motivado y de esa forma es más fácil que su compromiso académico pueda extenderse a otras materias y la disciplina asociada al tocar un instrumento musical le permite adquirir hábitos mentales relacionados con la atención o la memoria que puede aplicar en otros contextos (Winner et al., 2014).

Música en el aula

Utilizar la música en el aula, entre otras muchas cosas, puede facilitar el aprendizaje, como sucede al aprender las letras del alfabeto con una canción, llenar de energía al grupo, proporcionar relajación tras un estado de estrés, estrechar los vínculos de amistad entre los compañeros, estimular la creatividad o motivar al alumnado para seguir perseverando ante una tarea (Jensen, 2009).

Sousa (2011) propone algunas pautas que deberían tenerse en cuenta para utilizar la música en el aula:

Se puede utilizar en cualquier fase del aprendizaje: antes de comenzar la clase, al finalizarse, cuando los niños se están moviendo o cuando están realizando sentados una actividad. No es recomendable utilizarla durante la exposición del profesor (salvo que forme parte de la unidad didáctica) porque puede distraer.


Ten en cuenta el tempo de la música: una música de fondo que facilite el trabajo del niño puede estar en torno a 60 ppm, si se necesita una para relajar entre 40 y 50 ppm, pero si se requiere música para insuflar energía entre 80 y 90 ppm puede ser lo más adecuado.

¿Con o sin letra?: eso dependerá de la actividad. Para establecer un determinado estado de ánimo al final de la clase, la música puede tener letra pero si los alumnos están realizando una tarea que requiere concentración, la letra puede ser una fuente de distracción.


¿Música conocida o no?: eso también dependerá de la elección de la actividad. Si se quieren suscitar emociones positivas una melodía conocida puede resultar beneficiosa pero cuando se está trabajando en una tarea específica mejor que no lo sea.

Fuente: Escuela con Cerebro

By Comments off , 2 diciembre, 2020